jueves, 6 de agosto de 2009

Trepada 2009: La Calentura de los Farallones de Moa

Por Yordanis Ricardo Pupo
Foto: Yoan Zaldívar

Era demasiado temprano para estar en el céntrico parque Calixto García de Holguín. A las cuatro de la mañana solo rondan esa zona algunos borrachos perdidos y jóvenes trasnochados que esperan el amanecer. Sin embargo, el último día de julio, en medio de este verano tan caliente, un grupo de personas de diferentes edades y profesiones llegaba hasta allí para juntos emprender un largo viaje.

La tranquilidad natural de la hora y el lugar era rota a intervalos por los gritos de ¿quién falta?, ¿pero esa muchacha no viene?, y las constantes llamadas telefónicas a los más rezagados. Finalmente, algunos minutos después de la hora acordada, salíamos en el cómodo ómnibus Yutong rumbo a la ciudad de Moa, en el Este de la provincia. Comenzaba así la séptima edición de la Trepada Cultural y Deportiva Holguín 2009.

Llevar una revista artística con manifestaciones poco conocidas en las montañas cubanas y desarrollar actividades deportivas y recreativas en lugares de difícil acceso del Plan Turquino holguinero era la intención de la delegación, compuesta por una treintena de artistas y especialistas de los instituciones culturales del territorio.

De la ciudad de Holguín partimos la compañía Guabajaney Show –llegada desde Rafael Freyre-, los muchachos de Trébol Teatro –todos muy jóvenes y miembros de la Asociación Hermanos Saíz-, Jaime Vega, cantante del Teatro Lírico Rodrigo Prats, y compañeros y compañeras del Centro del Cine, de las Artes Plásticas, del Museo La Periquera… y profesores de Educación Física del contingente Manuel Pití Fajardo. En Cueto, se nos sumó Binímar, un septeto de aficionados que cultiva la música tradicional cubana.

Al amanecer ya habíamos recorrido un centenar de kilómetros y a las ocho de la mañana estábamos frente al cartel que anuncia la entrada al Plan Turquino moense.
Allí dejamos el equipaje –y el bus-, y partimos en modernos camiones loma arriba… En Río Grande, a solo cinco Km. de la carretera, José Antonio Agüero, funcionario del Gobierno que atiende el Plan en la provincia, nos dio la bienvenida y explicó las características de la zona que visitaríamos.

Agüero –responsable junto a Raúl Parra (Cultura provincial) de los aciertos y desaciertos de la Trepada-, habló también de la humildad de las personas que conoceríamos, de la importancia de llevar el arte hasta ellos…

Después de desayunar y ya con una idea de lo que nos esperaba allá arriba, partimos para Calenturas, una comunidad levantada en la punta de una loma, cerca de las riberas de la presa Nuevo Mundo.

Allí, a 23 Km. de nuestras maletas, más alto que la más alta de las palmas reales, la prueba de fuego está por comenzar. Se afinan los bongoes y las guitarras, se montan mesas con libros, se cuelgan las reproducciones de arte universal… y comienzan los juegos.

Los más pequeños inflan globos, los explotan, participan en las competencias de habilidades, mientras los menos atrevidos disfrutan de helados y confituras. Con las payasitas de Trébol aprenden geografía de Cuba, viajan a la Ciudad en un carro imaginario…

En el improvisado escenario, bajo un rancho de techo de guano, sale un mago que deja atónitos a grandes y chicos, y el humorista Alaín los hace reír, tan natural como lo hacía aquel guajiro de Pinar del Río, el inolvidable Polo Montañés.

Cantan y bailan las muchachas de Guabajaney Show y con sus movimientos cautivan a más de un campesino que intentará seducirlas más tarde. Jaime los vuelve “Crazy” con su voz y se eleva la Calentura, por el sol y la emoción del público, que será uno de los más educados y efusivos de toda la gira.

La cerveza Hatuey y el ron a granel ayudan a que en el momento final algunos osados intenten subir un palo encebado. El que lo logra obtiene regalos que le mejorarán sus condiciones de vida y de trabajo: guantes, módulos de aseo personal…

Pasado el mediodía nos despedimos, para tristeza de los lugareños, quienes se cuestionan “nuestro apuro”. “Total, para un día que vienen…”, dice una señora con cara de pocos amigos, y le explicamos que otros nos esperan en Farallones, que la fiesta continúa por allá.

Almorzamos muy rápido y la historia comienza de nuevo, ahora en una pequeña meseta, cerca del río y de los despeñaderos que le dan el nombre a este sitio.

Los del INDER donan juegos de mesa y pelotas a los instructores deportivos de la zona –al finalizar el espectáculo, los artistas hacen un tope amistoso con el equipo de baseball local-.

Las primeras señales de cansancio comienzan a sentirse cuando al caer la tarde tomamos el camino de regreso. El descenso es lento y hay tiempo para comentar las experiencias de esta primera jornada. Los rostros reflejan satisfacción, no hace falta hablar mucho.

Llega la noche, comemos y dormimos en Moa, envueltos en olor a amoniaco, minerales y salitre. Estamos en la ciudad industrial más importante de Cuba, donde se extrae y produce la mayor parte del Níquel y el Cobalto del mundo.

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