martes, 18 de agosto de 2009

Con Binímar en la tierra de Fidel

Por Yordanis Ricardo Pupo
Fotos: Yoan Zaldívar

Pasar por Cueto y no visitar la casa familiar de los Castro Ruz es como estar en La Habana y no ver el Capitolio. En el sitio histórico de Birán –declarado recientemente Monumento Nacional-, comenzó la última jornada de la Trepada Cultural y Deportiva Holguín 2009, una suerte de recorrido artístico por comunidades del Plan Turquino de esta oriental provincia.

I
Es lo bastante temprano como para que nuestros zapatos se mojen con el rocío de la mañana. Estamos justo en el antiguo Camino Real que unía la bahía de Nipe, en el norte, con la de Santiago de Cuba, al sur. A nuestro alrededor, 11 instalaciones bien conservadas de las 27 que tuvo originalmente el batey fundado por el emigrante español Ángel Castro Algíz.

Una mujer que parece haber crecido en esta hacienda nos conduce lentamente por las distintas áreas del Museo: la escuela donde aprendió a leer el Comandante en Jefe, la valla de gallos, la casa construida para el abogado y nunca habitada porque él andaba en líos de revolución, la vivienda familiar, destruida por un incendio en la década del cincuenta y restaurada por orden de Celia Sánchez… Paredes y objetos que transpiran historia y nos animan a seguir repartiendo arte en estos montes.

Llegamos así a La granja, una comunidad asentada en una pequeña elevación desde donde se domina la mayor parte del municipio. A lo lejos, el central de Marcané sigue produciendo azúcar y mieles como en la época en que los Castro eran los dueños de estas tierras –las primeras entregadas a los campesinos por el Gobierno revolucionario al firmarse la Ley de la Reforma Agraria en 1959-.

Dicen que una de las quejas de los habitantes de La Granja es que nunca los visitan conjuntos artísticos. El camino no es para nada molesto y ni siquiera hay lomas como las vistas anteriormente. Sin embargo nadie viene. Nuestro colectivo supo la razón: encontramos un público apático, incapaz de sumarse a actividades tan sencillas como inflar un globo o mover un poco las caderas y otros capaces de objetar nuestro derecho a almorzar con los recursos traídos por nosotros mismos.

La voz líder de Binímar –septeto establecido a pocos kilómetros de aquí y que nos ha acompañado desde el primer día-, apenada corría de un lado a otro intentando poner orden en aquel caos. Quizás esperábamos demasiado de la tierra de Fidel, de la de Binímar…

II
Airados llegamos a Sabanilla, al otro lado del pueblo, entre los ríos Birán y Nipe –que dan nombre al septeto de marras-. Entonces llegó la lluvia salvadora y cual milagro de natura se calmaron los ánimos y descubrimos una cara de la moneda completamente diferente.

Aun sobre la tierra enfangada, el espectáculo fue todo un éxito. Jaime tuvo que cantar dos canciones más. Binímar estrenó números que fueron sumamente aplaudidos por sus coterráneos y los cientos de personas congregadas allí –algunos de ellos mojados y borrachos de cerveza a granel y licor extraseco-, se fundieron con la brigada al sonar la conga santiaguera.

La despedida fue un abrazo multitudinario: el INDER, Patrimonio, Trébol Teatro, Guabajaney Show, el solista del Teatro Lírico, Parra, Agüero, los chóferes… terminando así cinco días en familia, de recorrer lomas y parajes distantes, de hacer amigos entre los campesinos, y sobre todo, contentos de que la tierra de Fidel y de Binímar finalmente no defraudaran a la cultura cubana.

2 comentarios:

  1. Hola, Yordanis:
    Bien por el final de vuestro periplo por el Plan Turquino. Otra enriquecedora experiencia; pero por qué estuvieron tan apáticos los colegas de Birán?

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  2. Hola, Yordanis:
    Bien por el final de vuestro periplo por el Plan Turquino. Otra enriquecedora experiencia; pero por qué estuvieron tan apáticos los colegas de Birán?

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